Y nadie siente lo que yo, tal vez porque nadie sea yo.
Yo soy el centro de mi universo, capaz porque sea lo único a lo que tengo acceso.
Mi carne y mis huesos sólo he de mostrar.
Es todo lo que la luz del Sol ha de vislumbrar.
Aquí y hoy, junto a mi soledad;
mis miedos, sentires y pensares guardados en cual cofre inconcebiblemente compartido.
Anhelada comunicación y unión con otras almas se derrumba.
Clasificaciones dentro de cada ser, es -sin duda- ellos y yo.
Yo y ellos.
Y con sus decires descubrir, parcialmente, otros yoes.
Otras almas.
Luego representadas por otras carnes, por otros cueros, por otros rostros...
Que cenizas serán. También cenizas seré.
Sólo esencia, ser-es que buscan amor.
Comprensión, afecto y aceptación.
No podría ser de otra manera.
No podría haber mejor prueba de la supremacía del ser ante la materia.
No podría haber mayor acto de justicia.
Cortad mi cuerpo, quemad mis huesos.
Dejad que el viento lleve mis cenizas con él.
Soy mi alma. Soy mi ser. No mi piel.
Plenitud, belleza -invisible a los ojos- y verdad.
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