jueves, septiembre 27
Impotencia
Entre pies de gigantes,
edificios enormes
y el cielo nublado
me siento chiquitita
cual hormiguita en la ciudad.
Me imagino y me veo
entre señores de trajes negros
con vestido rosa pastel de princesa,
blanca y rubia,
nena buena,
pulgarcita
de verdad.
Y esta voz entrecortada
se sospecha débil,
no tiene impulso,
entonces enmudece...
en vez de propagar.
Al acercarme a un charco
intento ver mi reflejo
y veo nada.
Sin voz ni voto,
solo ojos,
lo observo todo
y no puedo actuar.
Tal vez te lance un grito,
pero antes de que te des vuelta
detrás de una lata me esconderé
por temor de que me deseés pisar.
miércoles, septiembre 26
Andróginxs
La belleza que es divina,
inconscientemente,
es mujer.
El monstruo que es terror,
inconscientemente,
es hombre.
La castración ideológica
proveniente de la cuna...
y esta mochila rebalsante
de sub/sobrestimaciones estereotipadas
acompañada de presiones
de la materialización de la quimera.
Las pestañas que son femeninas.
El vello que es masculino.
La bella es hembra.
La bestia es varón.
Un pacto de roles
que duerme en la in-versatilidad
y encarna el encasillamiento encarnizado
que reduce,
que amuralla.
El límite no se origina en los genitales,
señor.
La frontera es el quorum,
señora.
martes, septiembre 25
El circo realista-surrealista
I
¿Qué es este complot contra una veinteañera?
¿Qué es este complot contra una veinteañera?
Una efímera mortal
a la que adoctrinaron con conceptos sin cuerpo,
a la que espantaron con confusiones de sus mentes,
a la que interrogaron con misterios del cosmos,
a la que adiestraron con idealizaciones del vulgo,
a la que impusieron sus egos con la consecuencia de que su mismo ego
se desarrolle y la ciegue...
ante todo.
se desarrolle y la ciegue...
ante todo.
Veo un circo,
pero no observo risotadas.
Veo un juego,
pero solo observo perdedores.
Veo premios,
pero observo que cuando uno gana otro desfallece.
II
¿Cuándo será el momento en el que logren coser los bordes de sus vacíos
para dejar de agujerear a otros?
Pero el vacío nunca existió,
solo existió como excusa.
¿Cuándo será el momento en el que logren contener el ego en su cabecita
para dejar de imponerse sobre otros?
Si te digo que soy más bella que vos
¿Acaso lo aceptarías?
Si te digo que soy más inteligente que vos
¿Acaso te someterías?
Si te digo que soy más genial que vos
¿Acaso te remidirías?
Si te digo que salto más alto que vos
¿Acaso lo reconocerías?
Si te digo que llego a más tonos que vos
¿Acaso me aplaudirías?
Si te digo que soy mejor que vos en cualquier aspecto y te lo presumiese
¿Acaso lo tolerarías?
¿Lo harías?
III
Oigo discursos,
pero no escucho un mensaje.
Oigo diálogos,
pero no percibo comunicación.
Oigo anuncios,
pero solo son encargos.
¿De dónde viene esta lucha,
este resistir y esta sumisión?
Mi cuerpo tiene veinte años
y se siente objeto de mi cerebro.
¿Qué haré con mi armadura?
Mi cerebro tiene veinte años
y se siente propósito del ego.
¿Qué haré con mi cráneo?
Mi ego tiene veinte años
y se siente el juguete de la alienación.
De la insuperable contradicción.
¿Qué haré conmigo?
La circularidad de la incompatibilidad conyugal
- No veíamos porque no había luz. No había luz porque amábamos la oscuridad. Amábamos la oscuridad tal vez por fotofóbicos. Nos gustaba más palpar que mirar, y reir que explicar. Así fue como nuestras pestañas se enredaron. Tus ojos se convirtieron en los mios y mis labios en tu voz. Todavía guardábamos esos libros pesados que acarreábamos desde el primero de nuestros días. Viejos, de tapa dura y hojas amarillentas. Usualmente se encontrarían sobre la estantería de algarrobo contigua a la mesita de luz.
- Aún puedo sentir el aroma de sus hojas... o mejor, pensar en que lo hago. Me pasa igual con el suave barniz de la mesita, pero no recuerdo ninguna luz.
- No había ninguna lámpara en la mesa de luz.
- ¿Y cómo supimos de las hojas amarillentas?
- Algunas noches, en las que reinaba prepotente la luna llena, corríamos las cortinas marrones de tela gruesa y dejábamos que nos alumbre con su tenue penumbra.
- Ahora recuerdo. Era el único resplandor soportable. Soportable y lindo. Amaba enclaustrarme con vos ignorando el mundo que nos rodeaba, como si solo hubiera existido el exterior en nuestra imaginación. En esa cama donde yacía lo único que nos importaba. De vez en cuando... levantarme a oscuras, sentarme sobre las sábanas y sentir las alfombritas bordó, que adornaban el piso, con las puntas de los pies. Luego acercarme a la mísera iluminación del ventanal caoba e intentar visualizar tu libro, una vez más. Pero nunca lo logré y terminaste guardándolo bajo llave en el cajón del escritorio que llenábamos de manuscritos. Por fuera se veía hermoso. Forrado en cuero y con detalles dorados. Era inevitable, para mí, sentir curiosidad y a la vez intriga por él. Más con vos cuidándolo con tal vehemencia como si escondiera los secretos más profundos del oceáno. Me cautivaba el misterio y apelmazaba la consciencia, la desconfianza.

- ¿Por qué nunca me dejaste mirar tu libro?
- Porque no mirábamos.
- ¿Por qué no mirábamos?
- No mirábamos porque no veíamos. No veíamos porque no había luz. No había luz porque amábamos la oscuridad. Amábamos la oscuridad tal vez por fotofóbicos. Nos gustaba más palpar que mirar, y reir que explicar. Así fue como nuestras pestañas se enredaron. Tus ojos se convirtieron en los mios y mis labios en tu voz. Todavía guardábamos esos libros pesados que acarreábamos desde el primero de nuestros días. Viejos, de tapa dura y hojas amarillentas. Usualmente se encontrarían sobre la estantería de algarrobo contigua a la mesita de luz...
jueves, septiembre 20
Lis

Me refugio en esta silla de ruedas por más que no la precise por verdadera necesidad ya que por solo intentar correr una vez más podría terminar logrando que me corten definitivamente las piernas.
Sí, me las amputarían y mendigos ciegos jugarían con ellas. Aquellos mismos que ruegan efímera ternura en cuentagotas y migajas de compasión. Luego -probablemente- las tomarían prestadas aquellas bestias que viven bajo las estaciones de trenes para descuartizarlas con disfrute.
No exagero. Vos serías mi Fando y yo... tu Lis.
¿Ves porqué te digo que no puedo abrir el candado que me mantiene presa a esta silla?
Con gusto la tiraría al delta de Tigre e iría trotando a tus brazos... pero ¿si no corrés a abrazarme?
Se me destrozarían las entrañas en infinitas partes. Los pedazos se desintegrarían sin parar transformándose en solitarias moléculas, luego en átomos hasta llegar a ser tan solo quarks... excitación en el vacío.
Nada. No habría elemento, herramienta o proceso que me ayudara a juntar significativamente la estabilidad emocional que jamás me perteneció.
Por favor, ¿qué no ves que el amor es un arma de doble filo?
¿Qué no ves que cuanto más me entregue más me podría doler?
Mi vida, no me calles con un beso ni me digas que son boludeces o dolores que sanan rápido. O que mañana terminamos y pasado encontramos otros seres que nos reemplacen y nos hagan creer en su pasión una vez más. Eso solo me indicaría tu desconsideración, tu poca vocación y tu escasez de amor.

Dormiré cual inválida -de piernas intactas- hasta que me despiertes.
Inválida de amor.
martes, septiembre 18
Erotizando
¿Dónde quedó el romanticismo?
Entre las rejas de una jaula,
dejándonos entretenernos con eficiencias
como "un polvo y a dormir".
¿Dónde quedó el romanticismo?
Los detalles que de viejos añoraríamos,
recordandolos con fervor
al ver nuestras canas antes de morir.
¿Dónde quedó el romanticismo?
La magia de la conquista;
los suspiros, cartas y piropos
que no me animo a entregar...
pero que me inspiran a vivir.
¿Cuándo comenzaremos a erotizar la vida,
bañar en colores sus formas
y en escalofríos las sensaciones más fuertes,
sin espantarnos por temor?
Entre las rejas de una jaula,
dejándonos entretenernos con eficiencias
como "un polvo y a dormir".
¿Dónde quedó el romanticismo?
Los detalles que de viejos añoraríamos,
recordandolos con fervor
al ver nuestras canas antes de morir.
¿Dónde quedó el romanticismo?
La magia de la conquista;
los suspiros, cartas y piropos
que no me animo a entregar...
pero que me inspiran a vivir.
¿Cuándo comenzaremos a erotizar la vida,
bañar en colores sus formas
y en escalofríos las sensaciones más fuertes,
sin espantarnos por temor?
lunes, septiembre 17
La abstracción de esta caja que es mi cuerpo en el bondi 71
I
La materia que no soy... y tu alimento.
El objeto que "conduzco" despojado de sentimiento.
El ojo que no ve y la mano que no palpa,
aferrados, sin más, a la n a d a.
Un estorbo o un peso,
un desencadenante de pasión.
Un objeto de deseo,
también una ambición.
Un relato interesante,
una amenaza sin razón.
Un adorno o un relleno,
un cliente o transacción.
Un proveedor de sonrisas, cariño, quejas y externa cosmovisión.
Un alma perdida en la ciudad,
un infante al que educar,
un infante al que educar,
un dato, un número, un link, una oración,
un contacto visual matinal
con ausencia de expresión.
Un concepto no aclarado de vocablos incoherentes por carentes.
Un adjetivo etiquetado -considerado inherente-.
Un misterio, una intriga, un oido o resolución,
un soporte, posiblemente lim 1/n de quorum, una confrontación.
n->∞
Un público, unidad de multitud.
Una influencia, por ende un profesor.
De conducta: un patrón.
De conducta: un patrón.
Una compatibilidad, un gusto en común.
Un entretenimiento, una simple diversión, tal vez una ilusión.
Un tiro al aire, un random.
Un típico personaje de novela picaresca.
Un tiro al aire, un random.
Un típico personaje de novela picaresca.
Un sueño, una ficción.
II
Me tuve que despojar de sentimientos para saber qué represento.
Me tuve que quitar los ojos y cortar las manos
para dejar de aferrarme a la n a d a.
La atribución de alimentar se olvidó de mi ser.
Y este duerme acá confiando en la aparición de alguna luz de avidez.
Para alimentarte me convertí en objeto.
Para ser objeto me dejé amoldar.
Para dejarme amoldar me entregué al desgano.
Hablar no es comunicar.
Comprometerse no es amar.
Continuar por inercia, no es vivir.
No, no lo es para mí.
No, no lo es para mí.
sábado, septiembre 15
La crueldad de las sombras
¿En quién pensás antes de dormir?
En vos.
Es una desesperación.
¿Qué idealización te quita el sueño?
Aquella en la que me das tu amor eterno.
¿Qué tienen esas sábanas que sensibilizan sentimientos?
El anhelo de tu cariño y tus besos.
Convicciones
La piel que me cubre y abriga.
Su perfectibilidad que me representa.
La piel que me mantiene caliente.
Y la que debo resguardar por una creencia.
El erotismo que nos dio nacimiento.
El mismo que pronto nos sucumbió en su pasión.
El erotismo que se nos aparece en sueños.
Y al que castigamos sin razón.
No es erotismo lo que se palpa en la piel.
Es la piel quien despierta -radiante- ante el erotismo.
Donde la vulnerabilidad pasa a ser placer...
y ella lo manifiesta en gotas de sudor frío.
La pureza y espontaneidad de sus rubores.
La inherente naturalidad de su sencillez.
Las marcas de experiencia que lleva guardadas en ella.
De todas dueña, mi desnudez.
Su perfectibilidad que me representa.
La piel que me mantiene caliente.
Y la que debo resguardar por una creencia.
El erotismo que nos dio nacimiento.
El mismo que pronto nos sucumbió en su pasión.
El erotismo que se nos aparece en sueños.
Y al que castigamos sin razón.
No es erotismo lo que se palpa en la piel.
Es la piel quien despierta -radiante- ante el erotismo.
Donde la vulnerabilidad pasa a ser placer...
y ella lo manifiesta en gotas de sudor frío.
La pureza y espontaneidad de sus rubores.
La inherente naturalidad de su sencillez.
Las marcas de experiencia que lleva guardadas en ella.
De todas dueña, mi desnudez.
Afán que no perece
Color y pigmento,
¿Qué semblante has de transmitir?
Tus trazos y formas,
en confusiones me haréis redimir.
Me desvanecen, me deleitan.
Me consume y desenmascara una sustantividad.
Me percaté de ser la escultura que han de tallar.
Pero ¿con cuántas reflexiones el precio he de pagar?
Cuestionamientos de mi idiosincrasia.
Lo efímero que somos,
o tal vez ver los pétalos que se han marchitado.
La inquientante rutina,
y toda aquella inocencia que se ha atolondrado.
El inevitable deseo de querer entender todo...
angustiosamente separado.
Por la presión de comprender,
el poco juicio... apelmazado.
Texturas y aromas,
convenciones no tenéis.
Esencias de ser-es,
¿Cómo me maravillaréis?
¿Qué semblante has de transmitir?
Tus trazos y formas,
en confusiones me haréis redimir.
Me desvanecen, me deleitan.
Me consume y desenmascara una sustantividad.
Me percaté de ser la escultura que han de tallar.
Pero ¿con cuántas reflexiones el precio he de pagar?
Cuestionamientos de mi idiosincrasia.
Lo efímero que somos,
o tal vez ver los pétalos que se han marchitado.
La inquientante rutina,
y toda aquella inocencia que se ha atolondrado.
El inevitable deseo de querer entender todo...
angustiosamente separado.
Por la presión de comprender,
el poco juicio... apelmazado.
Texturas y aromas,
convenciones no tenéis.
Esencias de ser-es,
¿Cómo me maravillaréis?