La autodestructiva -que vivió situaciones traumáticas-; la pesimista; la soberbia; la determinante bajo presión; la competitiva; la inconformista rebelde; la fría, distante -por precaución, mecanismo de defensa tal vez-; la terca empecinada; la irritable que cuando se enoja chisporrotea infumable; la que no termina de aceptar el desapego y la existencia temporal; la insensata impulsiva desenfrenada -al ritmo de los latidos del corazón-; la que siente -palpa- la privación de afecto y cariño patriarcal; la nena malcriada, caprichosa y juguetona; la tímida; la curiosa; la maternal; la compasiva e indulgente; la agradecida y alegre; la nostálgica; la hogareña; la formal; la reflexiva; la celosa; la mimosa; la ingenua; la delicada sensible; la amante de la música; la idealista y deseosa de justicia; la que permanece atónita; la apasionada por la expresión del ser y las distintas percepciones; la que busca la aprobación de los fríos padres; la moralista y conservadora; la obsesiva compulsiva; la libidinosa; la osada sinvergüenza; la vaga; la que anhela máis que nada sentir de novo a herba do prados galegos cos pés, visitar os castelos e xogar a ser princesa, correr en bosques de ensueño y vivir en aquellas casas típicas de Galicia de máis de douscentos anos.
Podría hilar más fino.
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