miércoles, octubre 24
Tacto inútil
La sensación de sentirse incomprendido ¿qué anhela?
Puedo imaginar su deseo, no verlo.
Fantasea, pienso yo,
con un lenguaje sin barreras,
comunicación sin fronteras.
Si dejo mis sentidos guardados en un baúl
¿te reconoceré?
Si arrojo al mar estas herramientas mundanas
¿te reencontraré?
Pero, ¿quién me dijo que eran herramientas,
en vez de una carga,
una mutilación del ser,
una reducción que deja tan solo la coraza?
¿Para qué saber tu nombre,
de qué trabajás, o dónde vivís,
si al fin y al cabo son datos
que significan nada?
¿De qué me sirven mis sentidos
si cuando te miro, no te veo...
y cuando te oigo, no te escucho?
Porque lo que veo es una piel y un cuerpo,
y lo que escucho son palabras
que arbitrariamente se las lleva el viento.
jueves, octubre 18
[...]
"El árbol se refugió en la hoja,
la casa en la puerta
y la ciudad en la casa.
Yo contemplaba ese espectáculo
y volvía a ver
al árbol convertido en hoja,
a la casa en puerta
y a la ciudad en una casa.
Por eso tenía que hacer esfuerzos
para no refugiarme
en mis propias manos."
la casa en la puerta
y la ciudad en la casa.
Yo contemplaba ese espectáculo
y volvía a ver
al árbol convertido en hoja,
a la casa en puerta
y a la ciudad en una casa.
Por eso tenía que hacer esfuerzos
para no refugiarme
en mis propias manos."
martes, octubre 16
La esencia permanece intacta
Las consecuencias de vivir en una sociedad productora de apetitos fraudulentos…
Pero no es aquello lo innoble. Esta hipocresía intencionada -por miembros de la misma- que convierte el lujo en necesidad y el deber en desgano, recién le es desleal a la esencia al combinarse con lo verdaderamente imprescindible del ser humano: adaptación y supervivencia. Adaptación en búsqueda de equilibrio (estabilidad) y supervivencia a manera de única escapatoria del fin.
No es el miedo a la consumación. Estaba equivocada. No es temor a evitar la aceptación de nuestra existencia temporal y todo lo relacionado a ella -como la vejez-. Creo ver la causa en la necesidad de estabilidad, inherente al ser. Y la supervivencia como consecuencia de la adaptación.
El terror al fin no es más que el miedo sentido frente al cambio, potenciado.
No pensamos en la muerte, y sería inconcebible hacerlo. Es aquel desconocimiento lo que produce horror y desorientación. Mientras tanto día a día nuestra mente solo se enfrenta a problemas e interrogantes que pueda resolver maquinalmente (o casi), mediante la repetición, reiteración o reproducción de eventos ya ocurridos.
La limitación del hombre. Y lo que transgreda el límite será especulación.
No somos seres versátiles. Si lo fuéramos, aquella presunta sociedad no se dejaría custodiar, administrar y oprimir por un pomposo y saldado espejismo.
(2009)
domingo, octubre 14
Pintando árboles
No puedo explicar lo inmensa que es la atracción que generan en mí aquellas simultaneidades de puntos de colores armoniosamente ubicados y aquellas formas meticulosamente trabajadas en diversos materiales. La expresión del ser: palpada con los ojos y vista con la punta de los dedos. La comunicación pura entre el autor y el degustador a través de su obra sin importar la cantidad de movimiento -¡Oh, no! No me harán utilizar el ridículo concepto de "tiempo".- que haya habido entre la existencia de ambos. Las antigüedades son mi tótem y yo su sierva fiel. Lienzos, esculturas, adornos, arquitecturas, muebles, Etc. Desde lo realizado por -exclusivamente- satisfacción y terapia de el creador hasta el objeto ideado lo más funcional-mente posible para la cotidianidad. Una cosmovisión plasmada en simples pinceladas de un cuadro o en los sencillos detalles de una mesa tallada. La causa de mi deslumbramiento consiste en observar o palpar el objeto hasta que el mismo se haya desintegrado y solo exista el polvo de ello que es la semilla del inventor. Un sitio en la expresión que represente algo así como el útero materno para sí.
miércoles, octubre 10
A mayor masa, mayor inercia... y mayor temor para mí
Ellos me comen y yo les doy de comer. El alimento de lobos hambrientos y bestias de sangre fría. Me siento engendrada por una manada de primates primitivos que tienen hambre. Tienen hambre y yo les doy de comer. Tienen sed y les doy de beber. Tienen pulgas y yo los acicalo.
Pero, si me quejo de que tienen hambre, ¿acaso les dejaré de dar de comer?
Si me quejo de que tienen sed ¿les dejaré de dar de beber?
Si me quejo de sus asquerosas pulgas ¿los dejaré de acicalar?
¿Cuál es el propósito servil y ruin de esta tradición de generaciones?
Me violan hasta el hartazgo y me dejo violar. Me golpean sin lástima y me dejo golpear. Me callan sin razón y me dejo callar. Me arrancan pedazos de libre alberdrío, y yo, esperando una milésima de compasión, se los entrego en bandeja de plata... y de plata porque no tengo oro. No tengo oro porque ya no lo puedo producir, me lo han quitado también o lo que yo creía que así era: la sencillez, inocencia y creatividad que residía en mi libertad.
La impotencia nace con la autonomía apelmazada. Atar la mente de alguien, forzosamente, a la tradición de generaciones es aun peor que atar su cuerpo a cadenas pesadas. Y espero. Continúo aguardando esa misericordia que no llega, que siendo realista no aparecerá... porque tienen hambre. Tienen hambre y yo... les doy de comer.
Son tan toscos que no saben ni alimentarse bien. Lo hacen como perros: cara al plato. Yo, con esperanza de despertar aquella clemencia -y el acto más altruista de sus extensas vidas-, les limpio la cara y labios con servilletas de seda. Lo hago todos los días: buscar su aprobación constante, lo que es ilógico y ridículo. No me liberarán, les es más cómodo engullir de cara al suelo, y que los laven, que aprender a hacerlo por sí mismos. La única manera de ser libre en esta enfermedad de prohibiciones y obligaciones es escapar, muy muy lejos. Huye tan lejos como puedas porque tienen hambre... están hambrientos y se acostumbraron a que les den de comer. De lo contrario, te atraparan y despellejaran para luego usar tu sangre como tinta en sus tablas de ley e infundir aquel terror tan cliché.
Sino podés quedarte... si no te parece poco, un día ellos ya no estarán y vos tendrás hambre. Tendrás hambre y buscarás quien te de alimento. Infectada de cargas de impotencia y ciega por costumbres, afilarás las garras y reclamarás que te den de comer, dormirás entre polvo y escombros de las generaciones pasadas, intentando buscarle un lugar en las nuevas y no habrá lugar, entonces, se los establecerás a la fuerza: "Éste es el polvo en el que dormimos, estos son los escombros en los que vivimos... y no hay otra opción". No la habría dentro de vos, ya abatida de tantas traslaciones alrededor del Sol, dando de comer a terribles vejestorios y con heridas provenientes de sus garras en tu rostro y muslos. La psiquis es como un globo vacío que se va llenando de aire al pasar los años ¿y si ese aire era humo?... Yo les doy de comer.
Pero escapar suena a alivio, y PELIGRO. Peligro porque si hay algo peor que ese humo contaminante es que te atrapen queriéndote revelar, te introduzcan sus propias pulgas chupa-sangre a tu frágil globo, torturándote, hasta que te deseés suicidar.
¿Ridículo era querer complacer a una sociedad tan espeluznante y poco tolerante para obtener un respiro? Más lo es -y aterrorizante- su fanatismo, su ceguera incurable digna de bárbaros infradotados, su concepción de axiomas morales, su empecinamiento y porfía, su nula instropección y reflexión, su unión en masas amorfas y la cohesión de su pavor.
Escapar o perecer.
Pero no solo desfallecer entregándose en su peculiaridad del vivir, sino también, a la vez, transformarse en una célula infecciosa más del virus contaminante del organismo que es la humanidad.
sábado, octubre 6
Soñar
Me dijeron que el tiempo me enseñaría,
que me arrepentiría
pero sigo acá
todavía mi alma no des-aprendió
me
me resistí.
Me dijeron que el viento se llevaría
mis sueños e ilusión
pero sigo acá
todavía no crecí,
no
no me rendí.
El Sol me quema con su luz,
el pasto me acaricia los pies,
el cielo me aplasta con su inmensidad
y para no volver a escuchar
me alejo de la ciudad.
Y vos... cuando soñás despierto,
¿adónde viajás?
Me dijeron que la llamita de mi corazón se iría apagando,
que la tendría que cuidar para no desfallecer
pero sigo acá
flameante
pienso
pienso "me falta vivir".
Me dijeron que un día me despertaría
con la cabeza entre mis brazos y tendría 40
pero sigo acá
degustando el ahora,
y lo que vendrá
del por
del por-venir.
La sangre oxigenada me corre,
la carboxigenada me camina,
la cabeza no me pesa
porque partió y voló muy lejos de acá.
Y vos... cuando soñás despierto,
¿adónde viajás?
Me dijeron que lo importante era el deber
y cumplir una función
pero sigo acá
aferrándome a la eventualidad,
al imprevisto
al imprevisto feliz.
Me dijeron que la experiencia se me acumularía,
que llegaría un momento en el que me estancaría
pero sigo acá
como una crisálida constante
en meta
en metamorfosis.
La moral me dejó en paz,
la necesidad de aprobación se esfumó,
la imaginación solo se quedó con la búsqueda de amor.
Y vos... cuando soñás despierto,
¿adónde viajás?
Y vos... cuando soñás despierto,
¿adónde viajás?
Y vos... cuando soñás despierto,
¿adónde te vas?
Qué no te encuentro...
lunes, octubre 1
Ni idea
Y soy todos los caprichos
que me intentaron influenciar.
Soy todas las respuestas
que me dieron ustedes, sociedad.
Y soy todos los choques
contra el pavimento,
soy todos los carteles...
soy todos los carteles que me quisieron atascar.
TODAS,
todas las etiquetas
que me han de titular.
Soy toda la rebeldía
que esta resistencia psicológica puede aguantar.
Y soy este baúl, este cuerpo
que a un objeto han de tratar.
Soy este intento de ser
que en este ordenamiento no hay manera de encajar.
Un producto
que tallaron los dedos de la inmensidad.
Soy esta falla,
falla de identidad.
Y soy un conglomerado de dudas
que armaron mi complejo de inferioridad.
Soy el súbito instante
que me da esta velocidad e impulsividad.
Soy todos los gritos
que la adrenalina me da.
Todos,
todos los efectos de la amalgama social.
Y soy,
soy la incomprensión.
Soy lo que te dijo la tele.
Soy tu vieja que te protege.
Soy vos desde mí.
Soy tu viejo que te ordena.
Soy un absurdo.
Soy una nena.
Soy instinto y reflejo.
Soy reflexión y pensamientos.
Soy tu deseo,
entonces lo que querés ver.
Soy tu rechazo,
entonces una extraña.
Soy la concha de tu hermana.
Soy todo y nada.
¿Soy un yo?
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