¿Dónde? Donde se encuentren las inmensidades, cosmovisiones aisladas, su punto de encuentro.
¿Cómo? Como la imaginación nos lleve, la inventiva nos arrastre y la alegría infantil nos invada.
"Será" aquello la verdadera revolución.
Se sumergió y buceó en aquel oceáno de disfrute -de magnitudes colosales-. No necesitaba respirar allí.
"Es imposible meter el mar en tu cabeza, que es un balde", oía. Jamás escuchaba.
Claro, mientras más se ahonda uno, menos luz distingue.
Una vez más la oscuridad se aviolentó contra la razón.
-¿Razón o curiosidad?- preguntó.
No obtuvo respuesta.

Allí, absorto en las tinieblas de la sabiduría, comprendió.
Comprendió que quería salir, que deseaba avistar claridad más que nada en el y los mundos.
El resplandor de otras almas.
Bajo aquella armadura de ermitaño había, aunque no parezca, un corazón que albergaba vida y transmitía amor.
¡Cuánto error hay en vivir cual anacoreta!
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