sábado, abril 28

Atracción

Busco tu mirada.
Acaricio tu cuello con mis mejillas.
Párpados cerrados, ocultando un ser a destiempo.
Aislado de toda aquella lúgubre ciudad.
Y alejado de la penumbra proveniente de sombras de torres y edificios.

Suspiro.
Vuelvo a respirar.
La vida corre, salpica y penetra en nuestros cuerpos.
El corazón contra su pecho,
el alma entre mis dedos,
que palpan, definitivamente, su tierno cuero.

Ni la inocencia de la piel,
ni la gota de sudor puramente fogosa
pueden robar la atención de
dichosos ojos escondidos en sus ostras.

La oscuridad de la imaginación
y la cautela de las fantasías,
cobran vida y conllevan al placer
para volver a unir nuestros espasmos, éxtasis y osadías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario